Nostalgia

La lucha contra el olvido es una obsesión del ser humano desde el principio de los tiempos.

El olvido de nuestra existencia nos aterra.

Nuestra vida perecedera nos resulta insoportable.

Por ello, a lo largo de nuestra vida nos esforzamos por dejar nuestra huella. Las artes son una muestra de nuestro deseo de inmortalidad, no solo de nuestro nombre, sino de lo que una vez hemos sentido. Sentimientos impregnados en una pintura, una escultura, un libro, una reflexión escrita, una película o cualquier medio por el que se nos recuerde y nos haga permanecer.

No solo nosotros queremos ese pedazo de inmortalidad, también las personas que alguna vez nos han amado.

«Nostalgia», Óleo sobre lienzo, 2022.

Esta reflexión acude por una estatua que se encuentra adornando un panteón en el cementerio de Pereiró, en la ciudad de Vigo (Pontevedra) y en la que está inspirada la pintura que os muestro hoy.

Cuando alguien querido desaparece,  el ser humano se resiste a dejarlo marchar, y una muestra de ello es el desarrollo del arte funerario. Esculturas hermosas y desgarradoras que adornan los cementerios, acompañando a panteones suntuosos, o a tumbas discretas señaladas con un nombre y una fecha. Se intenta, no solo  homenajear a la persona que no está, sino recordarla y expresar nuestro dolor y nuestra pérdida, compartiéndolo con aquellos desconocidos que la contemplan, para que puedan sentir parte de ese desgarro.

Escultura en el cementerio de Pereiró
Escultura en el cementerio de Pereiró (detalle)

La escultura está realizada en granito y transmite belleza, dulzura y una profunda nostalgia. Desconozco quien fue el autor, si la diseñó mediante su imaginación o a petición del doliente. Lo que si sé con certeza es que fue hecha para el recuerdo, señalando una tumba para que esa persona no se pierda en el olvido.

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Homenaje a Goethe, Gustav Eberlein, 1904

Existen momentos de la Historia en la que nacen seres excepcionales los cuales dejan una huella imborrable para generaciones posteriores. Estas personas inspiran la vida y el trabajo de muchas almas mucho después de que ellos hayan desaparecido. Uno de estos hombres fue el dramaturgo alemán Johann Wolfgang von Goethe, considerado uno de los hombres más inteligentes y polifacéticos de todos los tiempos. Escritores, pintores, escultores y filósofos honraron su memoria con su trabajo posterior.

Un ejemplo se encuentra en la Villa Borghese, en Roma. En este lugar se alza un monumento dedicado a Goethe. Está formado por una escultura que representa al escritor de pie sobre una columna. En la base de esta  hay tres grupos escultóricos que evocan  su poesía.

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«Homenaje a Goethe», Gustav Eberlein. Villa Borghese, Roma.

Me impresionó, sobre todo, la fuerza y la expresividad uno de ellos: el que representa la obra “Ifigenia en Táurida”. La escultura ilustra el momento en el que Orestes, hermano de  Ifigenia, le  confiesa  el matricidio que ha cometido. La desesperación de él, el gesto de desprecio de ella me parecieron magistrales, me impactaron por la exquisita expresividad que de ellos se desprende.

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Ifigenia y Orestes

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Otro grupo escultórico, situado en el extremo izquierdo,  representa dos personajes de la novela “Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister”,  Mignon y el viejo arpista Lotario. El tercer grupo personifica  a Fausto y Mefistófeles, protagonistas de la más famosa obra escrita por Goethe, “Fausto”.

Fausto y Mefistóteles

Fausto y Mefistóteles

MIgnon y Lotario

Mignon y Lotario

 

Esta obra fue esculpida en 1904, por Valentino Casali, en Berlín, siguiendo los modelos elaborados por el escultor alemán Gustav Eberlein (1847-1926) y donado a la ciudad de Roma por el emperador Guillermo II de Alemania.

Una de las inquietudes de Goethe respecto al arte, a los sentimientos, a  la vida misma era que todo tenía que tener forma. Para él una experiencia vital debía ser descrita y, como escritor, daba forma a sus sentimientos y sus experiencias expresándose a través de la palabra escrita. Son conocidas sus  cartas dirigidas a sus amigos, a su hermana o a sus mentores en las que compartía sus inquietudes y vivencias. En muchas ocasiones esas reflexiones escritas le sirvieron para construir sus obras posteriormente. En el prólogo del libro “Goethe, la vida como obra de arte”, el autor, Rüdiger Safranski describe así esta idea: “…Para él todo había de tener forma. O bien la descubría, o bien la creaba en el vaivén cotidiano de los seres humanos, en las amistades, en cartas y conversaciones. Era un hombre de rituales, símbolos y alegorías, un amigo de insinuaciones y alusiones, y, sin embargo, también quería llegar siempre a un resultado, a una forma, a una obra.”

¿Y qué mejor manera de dar forma a una idea o, en este caso, a los personajes imaginados por Goethe que utilizando el arte de la escultura? Una obra escrita se transforma en una obra escultórica reafirmando una idea y una inquietud que acompañó a Goethe a lo largo de toda su vida.

 

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Bibliografia:

“Goethe a Roma: Un grande poeta nell’Italia del Settecento”. Paola Giovetti

“Goethe, la vida como obra de arte”.  Rüdiger Safranski