El ambiente que se respira caminando entre unas ruinas provoca una sensación extraña. Se mezcla el silencio, el misterio, la belleza, la soledad y una peculiar sensación de frío. Las primeras ruinas que visité pertenecían a una fábrica abandonada, era invierno y estaban rodeadas por la niebla, creando una atmósfera que transformaba los contornos en algo irreal. Era como estar inmersa en un sueño en el que el tiempo se había detenido. Aquella luz que envolvía a ese lugar, me produjo una sensación muy especial que me ha acompañado desde entonces. A pesar de ello, y de los numerosos lugares abandonados que he visitado, nunca he vuelto a sentir esa sensación… hasta que un día mis ojos se posaron en este cuadro.
Esta obra describe el abandono del Parlamento, símbolo del poder político de una sociedad. El paso del tiempo transcurrido desde entonces ha permitido a la Naturaleza reconquistar el espacio que antaño le pertenecía. Según palabras de su autor:
“Miramos al pasado a través de los vestigios, de las ruinas, que no son nada más que ecos de sociedades que un día desaparecieron. Todo es finito, nada es perdurable”.
Los motivos para la creación de una obra de arte son múltiples. En muchas ocasiones se pinta, se esculpe o se compone por el simple disfrute del artista, cuyo único objetivo es mostrar la belleza de cuanto nos rodea. Otras veces el arte surge de la necesidad de contar una historia. Sin embargo, el motivo más importante es que proporciona una forma de expresión, un medio que nos permite exteriorizar un sentimiento, una idea o una emoción, que sería muy complicado transmitir con palabras. Y este es precisamente el motivo por el que esta obra existe, la necesidad de su autor, Manuel Castillero (Córdoba, 1976), de poder expresarse.
“Esta obra no la realicé como una crítica o denuncia social, surgió de una forma mucho más instintiva. Yo pinto para satisfacer la necesidad de expresarme. En aquel momento vivíamos un ambiente de crispación política y se me ocurrió la idea del congreso, ya que es algo muy representativo, y quise mostrarlo cuando nuestra sociedad hubiese colapsado y, después de un tiempo, ver cómo la Naturaleza recupera ese lugar de poder y decisión”.
Para realizar esta obra el autor se inspiró en toda una estética que fue absorbiendo a través de los años. Fascinado por el mundo de la Ciencia Ficción, a Castillero le interesaban películas como «Mad Max» (1979) o «Blade Runner» (1982), libros como “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago (1995) o “La carretera” de Cormac McCarthy (2003) e incluso el videojuego “The last of us” (2013). Todas estas obras tienen en común la descripción de la supervivencia en un mundo distópico y angustioso.
A este universo ficticio se une la influencia que la estética de pintores como Caspar David Friedrich (1774-1840) o William Turner (1775-1851) han tenido sobre el trabajo de Castillero.
El ambiente de esta obra es sobrecogedor, conseguido con un magnífico tratamiento de la luz. Una luz muy compleja de representar al carecer de referencias directas.
“Para realizar una obra como esta hay que observar mucho, porque no tienes ninguna referencia visual, salvo el Congreso de los Diputados, en Madrid, tal y como lo ves en las fotografías. El cuadro surgió poco a poco , de la memoria visual que yo tenía de la contemplación de elementos reales como pudiera ser, por ejemplo, la luz que entra por el óculo en el panteón de Roma, o la luz de las catedrales. Son referencias visuales que tu tienes en la memoria e intentas aplicar, ya que no tienes ninguna referencia de la luz real.”
Otro elemento que contribuyó a crear esa atmósfera lo encontramos en la sinfonía nº 6 de Vaughan Williams (1872-1958). La partitura fue escrita en plena Segunda Guerra Mundial y se ha interpretado como una descripción de la guerra y de la detonación de la bomba atómica. El crítico musical Pérez de Arteaga, escribió una reseña sobre esta composición en la que señalaba que el último movimiento describía una luz «blanca, fría, que iluminaba de forma mortuoria los elementos estáticos». Esa descripción impresionó al artista y la tuvo muy en cuenta mientras pintaba este cuadro, a la vez que escuchaba en su estudio la sinfonía.
Esta pintura obtuvo el primer premio en el certamen internacional «Figurativas 2015», que otorga la “Fundació de les arts i els artistes” y forma parte de la colección del Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM), en Barcelona. Este certamen es uno de los más importantes que se celebran en torno al realismo contemporáneo a nivel mundial.
A raíz de esta obra, Manuel Castillero elaboró una serie de pinturas en las que describe el desmoronamiento de los pilares de nuestra sociedad contemporánea. La decadencia del poder político, económico, cultural y religioso, que englobó bajo el título de “Espacios reclamados”.
La caída del poder económico a través del abandono de la bolsa de Madrid.
El fin del poder religioso a través de la destrucción del Vaticano.
El desplome del poder político a través del silencio del Congreso de los Diputados.

«El día en el que el silencio reinó en el Congreso»
La desolación a través de la destrucción de la cultura representada por el Palau de la Música de Barcelona.
Todas estas obras forman ya parte de ese universo de ciencia ficción que tanto ha influenciado a Castillero, tan importante como para dedicar gran parte de su creación a poder expresar y advertir de lo que podría llegar a suceder.
“La ciencia ficción pone al hombre ante el espejo del hombre. Tiene la capacidad de hacernos reflexionar sobre lo que somos y a dónde nos encaminamos. Podría entenderse como la predicción de un oráculo. Las distopías nos sirven de advertencia”.
Una advertencia expresada a través de sus cuadros, que nos muestra un mundo extraño y aterrador en el que reina la soledad y el silencio. Nos muestra un futuro que, aunque ficticio, podría llegar a convertirse en un presente muy real si nos descuidamos.
Todas las fotografías de este artículo están cedidas por Manuel Castillero, a quien agradezco de corazón su participación en este proyecto, su excelente disposición y por la interesantísima conversación que mantuvimos. Ha sido un auténtico lujo conocer de primera mano los motivos que le inspiraron para realizar estas magníficas obras.
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