«El día en el que el silencio reinó en el Congreso», Manuel Castillero, 2015.

 

El ambiente que se respira caminando entre unas ruinas provoca una sensación extraña. Se mezcla el silencio, el misterio, la belleza, la soledad y una peculiar sensación de frío. Las primeras ruinas que visité pertenecían a una fábrica abandonada, era invierno y estaban rodeadas por la niebla, creando una atmósfera que transformaba los contornos en algo irreal. Era como estar inmersa en un sueño en el que el tiempo se había detenido. Aquella luz que envolvía a ese lugar, me produjo una sensación muy especial que me ha acompañado desde entonces. A pesar de ello, y de los numerosos lugares abandonados que he visitado, nunca he vuelto a sentir esa sensación… hasta que un día mis ojos se posaron en este cuadro.

 

“El día en el que el silencio reinó en el Congreso”, técnica mixta sobre tabla, 2015 (160 x 140 cm)

 

Esta obra describe el abandono del Parlamento, símbolo del poder político de una sociedad. El paso del tiempo transcurrido desde entonces ha permitido a la Naturaleza reconquistar el espacio que antaño le pertenecía. Según palabras de su autor:

“Miramos al pasado a través de los vestigios, de las ruinas, que no son nada más que ecos de sociedades que un día desaparecieron. Todo es finito, nada es perdurable”.

 

Los motivos para la creación de una obra de arte son múltiples. En muchas ocasiones se pinta,  se esculpe o se compone por el simple disfrute del artista, cuyo único objetivo es mostrar la belleza de cuanto nos rodea. Otras veces el arte surge de la necesidad de contar una historia. Sin embargo, el motivo más importante es que proporciona una forma de expresión, un medio que nos permite exteriorizar un sentimiento, una idea o una emoción, que sería muy complicado transmitir con palabras. Y este es precisamente el motivo por el que esta obra existe, la necesidad de su autor, Manuel Castillero (Córdoba, 1976), de poder expresarse.

“Esta obra no la realicé como una crítica o denuncia social, surgió de una forma mucho más instintiva. Yo pinto para satisfacer la necesidad de expresarme. En aquel momento vivíamos un ambiente de crispación política y se me ocurrió la idea del congreso, ya que es algo muy representativo, y quise mostrarlo cuando nuestra sociedad hubiese colapsado y, después de un tiempo, ver cómo la Naturaleza recupera ese lugar de poder y decisión”.

 

Para realizar esta obra el autor se inspiró en toda una estética que fue absorbiendo a través de los años. Fascinado por el mundo de la Ciencia Ficción, a Castillero le interesaban películas como «Mad Max» (1979) o «Blade Runner» (1982), libros como “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago (1995) o “La carretera” de Cormac McCarthy (2003) e incluso el videojuego “The last of us” (2013). Todas estas obras tienen en común la descripción de la supervivencia en un mundo distópico y angustioso.

A este universo ficticio se une la influencia que la estética de pintores como Caspar David Friedrich (1774-1840) o William Turner (1775-1851) han tenido sobre el trabajo de Castillero.

El ambiente de esta obra es sobrecogedor, conseguido con un magnífico tratamiento de la luz. Una luz muy compleja de representar al carecer de referencias directas.

“Para realizar una obra como esta hay que observar mucho, porque no tienes ninguna referencia visual, salvo el Congreso de los Diputados, en Madrid, tal y como lo ves en las fotografías. El cuadro surgió poco a poco , de la memoria visual que yo tenía de la contemplación de elementos reales como pudiera ser, por ejemplo, la luz que entra por el óculo en el panteón de Roma, o la luz de las catedrales. Son referencias visuales que tu tienes en la memoria e intentas aplicar, ya que no tienes ninguna referencia de la luz real.”

 

Fase del proceso creativo

 

Fase del proceso creativo

 

Otro elemento que contribuyó a crear esa atmósfera lo encontramos en la sinfonía nº 6 de Vaughan Williams (1872-1958). La partitura fue escrita en plena Segunda Guerra Mundial y se ha interpretado como una descripción de la guerra y de la detonación de la bomba atómica. El crítico musical Pérez de Arteaga, escribió una reseña sobre esta composición en la que señalaba que el último movimiento describía una luz «blanca, fría, que iluminaba de forma mortuoria los elementos estáticos». Esa descripción impresionó al artista y la tuvo muy en cuenta mientras pintaba este cuadro, a la vez que escuchaba en su estudio la sinfonía.

Esta pintura obtuvo el primer premio en el certamen internacional «Figurativas 2015», que otorga la “Fundació de les arts i els artistes” y forma parte de la colección del Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM), en Barcelona. Este certamen es uno de los más importantes que se celebran en torno al realismo contemporáneo a nivel mundial.

A raíz de esta obra, Manuel Castillero elaboró una serie de pinturas en las que describe el desmoronamiento de los pilares de nuestra sociedad contemporánea. La decadencia del poder político, económico, cultural y religioso, que englobó bajo el título de “Espacios reclamados”.

La caída del poder económico a través del abandono de la bolsa de Madrid.

«El sueño eterno del Leviathan»

 

El fin del poder religioso a través de la destrucción del Vaticano.

«In excelsis natura II»

 

El desplome del poder político a través del silencio del Congreso de los Diputados.

«El día en el que el silencio reinó en el Congreso»

«El guardián eterno»

 

La desolación a través de la destrucción de la cultura representada por el Palau de la Música de Barcelona.

«Turangalila»

 

Todas estas obras forman ya parte de ese universo de ciencia ficción que tanto ha influenciado a Castillero, tan importante como para dedicar gran parte de su creación a poder expresar y advertir de lo que podría llegar a suceder.

“La ciencia ficción pone al hombre ante el espejo del hombre. Tiene la capacidad de hacernos reflexionar sobre lo que somos y a dónde nos encaminamos. Podría entenderse como la predicción de un oráculo. Las distopías nos sirven de advertencia”.

 

Una advertencia expresada a través de sus cuadros, que nos muestra un mundo extraño y aterrador en el que reina la soledad y el silencio. Nos muestra un futuro que, aunque ficticio, podría llegar a convertirse en un presente muy real si nos descuidamos.

Todas las fotografías de este artículo están cedidas por Manuel Castillero, a quien agradezco de corazón su participación en este proyecto, su excelente disposición y por la interesantísima conversación que mantuvimos. Ha sido un auténtico lujo conocer de primera mano los motivos que le inspiraron para realizar estas magníficas obras.

https://www.facebook.com/manuel.castilleroramirez

 

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«Rancor», Arantzazú Martínez, 2009

 

Llevo muchos años siguiendo el trabajo de la pintora Arantzazú Martínez (Vitoria 1977), pero no ha sido hasta hace unos meses, que he empezado a seguirla en Instagram, cuando he podido ver las creaciones que va realizando en la actualidad. Hace unas semanas me decidí a escribirla para invitarla a participar en este blog sin tener muchas esperanzas de que viese mi mensaje, ni que tuviese tiempo para atenderme.  Imaginaos mi alegría cuando me respondió que le parecía una gran idea y que colaboraría conmigo. Para  era muy emocionante poder compartir una conversación con una artista cuyo trabajo me fascina y le doy de nuevo las gracias por participar en mi pequeño proyecto.  El pasado miércoles 29 de julio, tuvimos una magnífica conversación por videoconferencia, muy interesante y agradable, que se desarrolló en torno a la obra sobre la que que escribo hoy: “Rancor” 

«Rancor», óleo sobre lienzo, 2009 (146 x 114 cm)

 

Rancor es el nombre de una criatura que aparece en la película “El retorno del Jedi” (1983) perteneciente a la saga de Star Wars. Al comienzo de la misma, el protagonista Luke Skywalker tiene que defenderse de ese monstruo al haber sido arrojado al foso donde vive, enzarzándose en una lucha a muerte. Esta película fue la primera de ciencia ficción que la artista vio en el cine siendo una niña, y la impresión que le produjo esa escena fue lo suficientemente fuerte como para que, después de muchos años, eligiese ese momento como inspiración para crear este cuadro.

Según recuerda:

      “En las primeras escenas lo que vemos es a LukeSkywalker entrando al palacio de Jabba por una especie de túnel,  en ese momento es cuando te hacen la presentación del rancor, un monstruo que vive en un foso debajo del palacio. Esas, para mí, eran las primeras imágenes que mi cerebro tenía de este universo paralelo, unas imágenes que te impresionan, te sobrecogen y te dejan absolutamente fascinada para toda tu vida”.

 

Arantza escogió al rancor como protagonista de su obra y decidió reinventar la escena. En su cuadro, la criatura acecha a una princesa Jedi que no corresponde a ningún personaje reconocible de la saga, como pudiese ser la princesa Leia o Amidala.

Prisionera en una cueva, y atada, la pintura ilustra el momento en el que la protagonista afloja las ligaduras de una de sus manos y trata de alcanzar la espada láser que se encuentra a sus pies para poder liberarse. Su postura, la expresión de su rostro y la intensidad de su mirada reflejan una gran seguridad, fortaleza y determinación.

La historia detrás de esta obra es realmente peculiar y comenzó una mañana en la que la artista recibió un email nada menos que de la compañía Lucasfilm Ltd. En el correo le decían que el cineasta George Lucas había visto su trabajo y la invitaban a participar en un proyecto artístico. Arantza quedó tan sorprendida que tuvo que leer varias veces el email para poder creérselo, pero el email estaba tan bien redactado que sí le pareció una propuesta seria. A pesar de las lógicas dudas que le asaltaban de que fuese una broma, decidió que no perdía nada si les daba su número de teléfono como le solicitaban.  Efectivamente, al día siguiente recibió la llamada del asistente personal de George Lucas.

El proyecto consistía en la realización de un libro en el que varios artistas crearían una obra inspirada en el mundo de Star Wars. Gran admiradora de la saga, no pudo resistirse a aceptar la propuesta, con el aliciente de que no le ponían ningún límite o condición, pudiendo llevar a cabo la obra que ella imaginase con absoluta libertad creadora e independencia. Fue la primera ocasión que trabajó en un encargo de estas características, sabiendo que alguien estaba esperando para ver lo que hacía, con la presión que eso conlleva.

      “Desde que comencé mi carrera, me planteé como una meta el hecho de que cada obra que empezase fuese al 100% de mi capacidad. Tengo que escoger la mejor tela, los mejores colores, darme el tiempo necesario para que la composición funcione bien, que no sea una idea peregrina simplemente porque me haya parecido sugerente en dos segundos, sino porque tiene un significado, que realmente crea que vaya aportar algo, que merece la pena hacerla. Siempre había tenido ese baremo de que las obras sean buenas, pero era la primera vez que no era un interés sólo mío. Cuando ya tienes un espectador, y además de la talla de George Lucas, que sabes que está esperando para ver lo que estás haciendo, te entran las dudas de si lo que puedes hacer es realmente bueno».

 

La pintura luce una composición exquisita, muy elaborada y con un especial cuidado por los detalles; desde la elección del traje o el tocado, la postura de la princesa o la colocación del rancor, hasta los pequeños detalles como los cráneos de animales dispersos sobre la arena de la cueva, arena que la artista hizo traer desde la playa a su estudio.

      “A pesar de darle muchas vueltas al boceto, no sabía si iba a funcionar bien la composición que tenía en mente, pero cuando coloqué a la modelo en mi estudio, la disfracé y la senté sobre la arena junto con el resto de los detalles, esqueletos, el sable láser, las cuerdas y vi el conjunto, ahí tuve la seguridad de que iba a funcionar. Aun así, siempre te quedaba la duda, porque cuando mezclas cosas reales como la modelo, con cosas que no son reales como el rancor, y juntas las dos realidades hay que ver que peguen bien para que funcione. Es cierto que sí que tuve esos poquitos momentos de estrés, pero de ese estrés casi positivo, casi cercano al sentimiento que provoca la adrenalina, de decir: vamos a por todas. Fue una experiencia muy bonita.”

 

Arantzazú Martínez estudiado la pose de la princesa Jedi

 

La pintora trabaja siempre con modelos reales pintándolos del natural. En esta ocasión, la modelo se llama Leire, una chica que trabajaba en un bar al lado de su estudio, y que Arantza visualizó desde el primer momento como la protagonista de su cuadro.

Destaca en la obra el detalle y exquisitez de los ropajes que viste la princesa y, aunque difiere mucho de la estética original de la película de 1983, su elección es intencionada.  Los primeros bocetos que realizó mantenían una apariencia más acorde al momento en el que se rodó, pero luego decidió modificar los ropajes para tratar de dar una continuidad visual. El universo Star Wars ha sido creado a lo largo de muchos años, iniciándose en 1977, con los consecuentes cambios en la estética. Visualmente hay muchísima diferencia entre la primera trilogía y las dos últimas. La elección de ese traje pretende unificar esas diferencias, debidas a la distancia temporal, integrando la estética de las películas en una sola imagen.

Boceto a lápiz

 

Boceto inicial con la primera idea de vestuario

 

El vestido está inspirado en un modelo que lucía Assumpta Serna en la película «El rey pasmado». La artista se encargó de buscar el adecuado para su cuadro en las sastrerías de Madrid.

La artista probando el traje que emplearía para su obra.

 

Para la realización del rancor utilizó diferentes fotogramas inéditos del rodaje de la película original, que fueron facilitados por la compañía.

Arantzazú Martínez habla con mucho cariño de esta obra y de su colaboración con el equipo de Lucasfilm Ltd., ya que fue muy enriquecedora. Le dieron todas las facilidades y toda la colaboración necesaria y, sobre todo, el respeto por su creación y su libertad para realizar una obra de la que sentirse orgullosa. De hecho, aunque en un principio la idea era realizar la obra y enviar sencillamente una fotografía para el libro, la calidad del trabajo fue tan buena que el propio George Lucas adquirió el cuadro para su colección personal.

El libro que surgió de este proyecto se publicó en 2010 bajo el título «Star Wars art: Visions» (2010).

 

La obra en grisalla fue utilizada como portada interior del libro «Star Wars art: Visions»

 

Todas las fotografías de este artículo están extraídas de la cuenta de Arantzazú Martínez en facebook. https://www.facebook.com/Arantzazumartinez.artist

página web: http://www.arantzazumartinez.com

 

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